VENDO CASA CON INMENSO JARDIN ARBOLADO

vendo casa inmenso jardín arbolado
En Lomas de Cuernavaca, Calle cerrada, muy segura,...

domingo, 23 de agosto de 2009

La Ruta de la Amistad resurge del abandono sobre las ruinas del Xitle

México 1968 - Ruta de la Amistad

México 1968 - Ruta de la Amistad por mezcal&tequila.
Ruta de la Amistad

La Ruta de la Amistad es el legado, de que en esta ciudad se realizaron unos Juegos Olímpicos en 1968. Así como otras ciudades hacen parques olímpicos ó colocan algún monumento .

En el sur del DF se erigieron varios esculturas de varias formas y tamaños, hechos por escultores de otros países y nacionales todos de renombre internacional.

Después de 40 años casi todas las esculturas estaba muy dañadas y algunas casi destruidas. Algunas por bandalismo y otras por puro avandono sin mantenimiento.

Pero se emprendió un proyecto con instituciones privadas para rescatarlas y reubicarlas ya que también con las nuevas contrucciondes del segundo piso de periférico y los puentes den la glorieta de Baqueritos ó por que quedaron encerradas con algunos edificios; se hizo esto para que no se dañen y perduren más tiempo para las futuras generaciones.

No todas quedaron con sus colores originales, pero despues de 40 años les sientan bien sus nuevos tonos de coles.

Realmente vale la pena en un fin de semana hacer el recorido de la Ruta de Amistad.


La Ruta de la Amistad resurge del abandono sobre las ruinas del Xitle
Juan Carlos Castellanos

En medio del crisol de pasiones que era México en 1968, artistas de 5 continentes nos legaron 19 obras con alturas que van de los 7 a los 22 metros, dispuestas en un corredor vial de 17 kilómetros de longitud, que va de San Jerónimo a Cuemanco, estuvieron en el abandono 37 años

En 1968 Luis Javier de la Torre González, un chico en edad preescolar, juega de la mano de su padre entre las enormes letras de México68, logotipo de los juegos olímpicos realizados ese año en nuestro país. Los colores vivos y la tipografía de indudable belleza estética por el diseño tridimensional, hacen que el niño grabe en su mente imágenes imborrables. Así recorrió varios recintos olímpicos, encontrando siempre esa maravilla que para él siempre fue una suerte de juego-obra de arte. El infante ignoraba entonces que por esos días México era anfitrión de los Juegos Olímpicos, por lo que había aflorado el sentido creativo de los mexicanos, cualquiera que fuera su ocupación. Se propuso un año de Olimpiada Cultural además de las 2 semanas de juegos atléticos y, por primera vez, arte y fuerza física fueron un solo elemento. Hasta la fecha se recuerda en gran parte del mundo la perfecta organización y depurada técnica lograda en las disciplinas artísticas participantes. Se podría decir que prácticamente todos los países aportaron lo mejor de su cultura en aquella Olimpiada, primera en su tipo, que cobijó 20 eventos inscritos en disciplinas como danza, música, poesía, escultura y pintura infantil, entre otras. Sin embargo, una de las ideas más ambiciosas fue la creación de la Ruta de la Amistad, proyecto concebido por el maestro Mathias Goeritz, con el apoyo del arquitecto Pedro Ramírez Vázquez, personajes de indudable reputación en sus respectivos quehaceres. De acuerdo con los apuntes originales de Goeritz y Ramírez Vázquez, las obras debían ser colocadas a una distancia de kilómetro y medio entre cada una de ellas, en una zona cubierta por piedra volcánica emanada del Xitle, que había hecho erupción 2 mil años antes. La ruta, de 17 kilómetros, estaría conformada por 19 piezas, con alturas entre los 7 y 22 metros de altura y serían construidas en concreto por artistas de los 5 continentes. El recorrido original comunicaba los distintos escenarios olímpicos. Quienes hoy rebasan los 40 años de edad deben recordar que en ese entonces el arte moderno salió a las calles y la gente disfrutaba de un entorno urbano artístico, donde cada quien podía interpretar su sentir. Lamentablemente, al tiempo que Luis Javier crecía, las monumentales piezas de la Ruta de la Amistad fueron prácticamente arrasadas por el descuido y el abandono, la negligencia y la irresponsabilidad, además de la inclemencia de los elementos naturales que hicieron de las suyas. En 1992, De la Torre González atraviesa por una etapa difícil de su vida. Con una serie de problemas personales y una pequeña hija a cuestas, toma su motoneta y decide dar un paseo por el sur de la ciudad. Envuelto en sus pensamientos, descubre una enorme y ruinosa mole de concreto y, a unos metros de ella, un casi ilegible letrero que la identifica como parte de la Ruta de la Amistad, el país de origen y la leyenda México 68. Fue un reencuentro mágico con sus armoniosos años de infancia.  Se detiene a observarla y, en poco tiempo, le queda claro que esa obra forma parte de una serie de obras de arte de incalculable valor. Investiga y se da cuenta de que no existen archivos ni documento alguno sobre la Ruta, lo que le provoca sentimientos encontrados. Por un lado, lamenta la inminente pérdida de ese patrimonio cultural, y por otro, decide emprender la titánica labor de rescatar esas piezas, apoyado en sus conocimientos en materia de diseño y artes visuales. Restauración integral y mantenimiento Para llevar a cabo su proyecto, “Salvar la Ruta de la Amistad”, elaboró y puso en marcha una estrategia que contempla la restauración integral de cada pieza, respetando formas, colores y texturas originales, tal y como la concibió el autor. El segundo paso es el mantenimiento constante y de por vida de la Ruta, con sus 19 piezas originales y 3 invitadas, para que retomen su carácter de arte urbano. Un tercer punto señala la importancia de involucrar a vecinos, autoridades y empresarios en su cuidado. “Trabajamos obra por obra, teniendo como idea la restauración a fondo y la conservación a través de la autosuficiencia y participación de quienes son vecinos de ellas. El proyecto Adopte una obra de arte en la Ruta invita a todo público a donar los recursos para la restauración de las piezas. Invitamos a los propios artistas a dirigir estos trabajos, aunque en algunas ocasiones los autores han elegido otros colores para sus obras debido a los cambios que ha sufrido el entorno desde 1968”, explica De la Torre. Aunque hoy las obras están en comodato a favor del Patronato Ruta de la Amistad, que preside el entrevistado, cedido por las autoridades del gobierno capitalino y del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA), son empresas privadas quienes más apoyan el proyecto. Pintura que protege de grafitos y contaminantes ambientales, y herramientas para podar el herbaje, así como donaciones en efectivo, son algunas de las ayudas recibidas. A la fecha se han invertido 700 mil pesos en la restauración de 6 esculturas. En términos generales, las obras estaban deterioradas en casi 90 por ciento y en muchos casos irreconocibles. Existe otro tipo de daño. El Colegio Olinca, que obtuvo de manera dudosa el terreno que actualmente ocupa sobre Periférico Sur, se apropió indebidamente de la obra representativa de Australia; autoridades del plantel destruyeron su base original, cambiaron los colores y alteraron el modelo pintándole flores; Por si fuera poco, robaron el diseño para hacer de él su logotipo de empresa. “Enterado de esa mala acción, el autor austriaco se quejó, vía su gobierno, ante el gobierno mexicano al que entre otras cosas llamó irresponsable. Estaba realmente molesto por lo que él llamó un acto de increíble corrupción”, explica De la Torre. El caso es que hasta la fecha nada se ha hecho por rescatar esa pieza ubicada, junto con otras 2, en la Delegación Coyoacán, dependencia del gobierno del Distrito Federal, que permanece indiferente ante el asunto. De las obras restantes, bajo custodia del Patronato, la conservación es realizada a través de un fideicomiso creado para cada pieza al quedar concluida la restauración. Un pequeño grupo de mantenimiento se encarga de limpiar las obras del necio graffiti y de recoger la basura. Otro programa es Entornos en la Ruta, en el que instituciones vecinas conservan el césped y la piedra de los pisos, además de denunciar las agresiones de autoridades y jóvenes graffiteros. A lo largo del proyecto de rescate, restauración y mantenimiento de la Ruta de la Amistad, De la Torre ha encontrado innumerables anécdotas: “Siendo jefe de Gobierno Cuauhtémoc Cárdenas, el delegado en Tlalpan, conocido por el apodo de El Pino (por cierto hoy diputado federal del PRD), llamó a las obras Hijas de la muerte, en referencia a los asesinados del 68. También hubo un señor que dijo: Hay que demoler esos adefesios. Por suerte hubo arquitectos que se negaron bajo el argumento de que se ofendería “a muchos países” porque “son obras donadas a México con motivo de una olimpiada”. A bordo de su auto compacto, Luis Javier sonríe por lo logrado hasta ahora, aunque sabe que le falta mucho por hacer y que literalmente, “se trata de un proyecto sin fin”. En tono filosófico, reflexiona: “en 1968 miles de personas entre arquitectos, comunicadores, albañiles, maestros, creadores artísticos y hasta algunos políticos, veían en positivo. A falta de recursos económicos, pero con una creatividad e ingenio enorme, los mexicanos nos vimos a nosotros mismos y creamos la Ruta de la Amistad.  Hoy, la Ruta reclama su espacio y fisonomía con que nació. A más de 3 décadas de su creación ya no es la galería solitaria del 68, ahora quiere interactuar con otras formas de arte y para ello trabaja el Patronato, que cada 3 meses lava cada pieza restaurada. De la Torre, quien se autodefine como luchador social apolítico, ha ideado diversos programas paralelos, algunos ya en marcha, para lograr que las 22 piezas en cuestión sean conocidas por generaciones futuras. En los espacios abiertos que rodean a algunas de las piezas, jóvenes artistas realizan propuestas de intervención temporal sobre las obras, entrando en contacto creativo con los autores de cada escultura. Se unen conceptos de exégesis sobre una misma pieza y el público ve cambios insospechados y atemporales en cada pieza, viviendo el regreso a la originalidad. Las esculturas embellecen el espacio, cambian, evolucionan y se regeneran constantemente, como La Torre de los Vientos, El Reloj Solar. Espacios culturales de nivelOtros proyectos incluyen representaciones teatrales al interior o en torno de las piezas, exposiciones de pintura, escultura y grabado, arte in situ y hasta un espacio para la lectura, la charla entre amigos y el café. “Un programa que iniciamos con Marcelo Ebrard, entonces titular de Seguridad Pública, consiste en la fotografía aérea de cada obra, para montar una exposición de gran formato. Sobrevolamos la Ruta y teníamos avanzado el plan, pero vinieron los cambios que conocemos y todo se detuvo”, lamenta. Por otro lado, De la Torre busca obtener por parte de la Presidencia del país el título de Patrimonio Artístico Nacional al corredor cultural, así como convocar a concursos internacionales para iluminar cada pieza, crearle entornos adecuados y presentar propuestas de utilidades novedosas. “La Ruta encierra posibilidades infinitas para proyectos de entorno urbano, gráficos, visuales, fotográficos, de ingeniería, lectura de paisaje”, dice con emoción y convencimiento este defensor de las obras que recobran su vieja gloria, sobre las ruinas del Xitle.
TOMADO DE GENTE SUR (2005):
http://www.gentesur.com.mx/articulos.php?id_sec=7&id_art=79&id_ejemplar=7

La Torre de los Vientos y Arte In Situ

La Torre de los Vientos, escultura habitable creada por Gonzalo Fonseca en 1968 como parte del complejo escultórico de La Ruta de la Amistad al sur de la Ciudad de México.
Arte In Situ es un proyecto creado en 1996 por Pedro Reyes, artista, arquitecto y curador independiente (México, 1972), Realizado gracias al apoyo del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y con la colaboración del Patronato Ruta de la Amistad A.C.
Desde el inicio de sus actividades, el proyecto se ha convertido en un importante centro de creación, siendo el primer espacio de proyectos en México dedicado a instalaciones para sitio específico, contribuyendo así a exponer al público las expresiones actuales del arte.
Arte In Situ cuenta con la valiosa participación de artistas reconocidos por el valor y actualidad de sus propuestas, incorporando en su programa a expositores de países tan diversos como Argentina, Cuba, España, Japón, Estados Unidos, Suiza y México.

En La Torre de los Vientos, el artista establece un diálogo con el espacio creado por Fonseca, además de enfrentar condiciones singulares de escala, iluminación, verticalidad y forma del mismo. Lo que permite apreciar el entendimiento particular de cada artista y la estrategia desarrollada para completar su intervención.

Para poder entender y aprehender más esta obra de Fonseca transcribimos la presente entrevista realizada por Pedro Reyes y que tuvo lugar en Diciembre de 1996 en el estudio de Gonzalo Fonseca en el East Village de Nueva York. Fonseca repartía su tiempo entre Manhattan y Pietra Santa, Italia, cerca de Carrara. Fué ahí donde murió, unos meses después de esta conversación, en Junio de 1997.

CREDITO: www.portondesanpedro.com/.../notas.php?id=348

México 1968 por mezcal&tequila.
Esta escultura fué impunemente y albitrariamente robada por el colegio Olinca
Esta escultura representa a Japón



Esata escurtura representa a Italia
Esta escultura representa a Francia
Esta escultura representa a Holanda






En la Villa Olímpica


México 1968 por mezcal&tequila.
Ruta de la Amistad


En la Villa Olímpica (aunque creo que esta no es de la RUTA)
México 1968 por mezcal&tequila.
Esta escultura se encuantra en la explanada de la entrada del estaeio Azteca (CREO QUE TAMPOCO ES DE LA RUTA)
México 1968 por mezcal&tequila.
Ruta de la Amistad 1968
México 1968 por mezcal&tequila.
La escultura dónde están parados estos atletas hoy día es de las más deterioradas y abandonas, de La Ruta de la Amistad

Las vacas de la amistad por mezcal&tequila.


Credito: flickr.com/photos/mezcal/3288451564/



No hay comentarios:

Publicar un comentario